28 abril 2009

No sólo en España se intenta identificar a las víctimas sin nombre

Desde el 2 de febrero de 1945, en algún rincón de la pequeña localidad de Jamlitz, 120 kilómetros al sur de Berlín, los restos de 753 judíos húngaros, polacos y alemanes asesinados por los 'Schutzstaffeln' (SS) esperan en una fosa aún sin localizar su cita con la Historia.

Casi 65 años después del fin de la II Guerra Mundial, una Guerra Fría de por medio y décadas de batalla legal ante la negativa de los dueños a permitir el acceso a su tierra, los investigadores han podido finalmente esta semana pasada iniciar sus trabajos de búsqueda en la llamada 'finca 411', una propiedad de 5.000 metros cuadrados.

Fue allí en Jamlitz, entre el 2 y el 3 de febrero del 45, donde las SS asesinaron en dos grupos a 1.330 personas del campo auxiliar de Lieberose, adscrito al de Sachsenhausen. Ante el avance del ejército soviético, los nazis deciden organizar una "marcha de la muerte" hacia el oeste con 1.500 presos "útiles" para trabajos forzosos. El resto, mujeres, niños, ancianos y enfermos, debían ser eliminados.

En 1971 las autoridades comunistas de la República Democrática Alemana (RDA) localizaron una fosa con 577 cuerpos, y contra los criterios judíos, estos fueron trasladados a otro lugar, dejando sólo un pequeño monumento en el enclave original. La segunda fosa con 753 cuerpos, la mayor fuera de un campo de concentración, permanece hoy sin encontrar.

"No hay duda de que éste es el lugar histórico original de una de las mayores masacres de los alrededores de Berlín", ha señalado Peter Fisher, del Consejo Central de los Judíos de Alemania.

Tanto el Gobierno como las asociaciones judías celebran estos días que por fin se haya concedido el permiso para excavar en ese punto después de revisar otros 200.000 metros cuadrados de la zona sin éxito. Para Fisher, "después de décadas de negligencia, por fin se puede investigar la escena del crimen".

Según ha explicado el grupo de arqueólogos, forenses y fiscales que trabajan en la zona, después de la II Guerra Mundial no se pudo investigar porque el campo de Lieberose, igual que la matriz en Sachsenhausen, quedaron convertidos en un centro de prisioneros del ejército ruso. Con la llegada de la democracia y la Reunificación, el dueño de la "finca 411" siempre se negó a autorizar los trabajos protegido por la decisión de los jueces.

En otoño, finalmente, la investigación recibía luz verde. La única solución, según los expertos, fue comprar el terreno repleto de cerezos y manzanos a su propietario. La excavación podría durar hasta tres años aunque, según los expertos, en pocas semanas podría descubrirse si la fosa se encuentra en el lugar. La Fundación de Monumentos de Brandemburgo, estado federal al que pertenecen tanto Sachsenhausen como Jamlitz, ha advertido que los 753 judíos asesinados podrían no estar en el lugar, ya que aún quedan algunos otros puntos posibles.

"Me llega al corazón que por fin podamos proporcionar claridad a los familiares de las víctimas y a todos los que han esperado desde hace tanto tiempo", señaló el ministro regional del Interior, Jorg Schonbohm, durante el inicio de la excavación. "La ciudad y el estado de Brandemburgo tenían la obligación histórica, moral y también política".

Según afirmó la investigadora Vera Friedländer al inicio de los trabajos la semana pasada, uno de los 753 cuerpos de Jamlitz sería el de Gerhard Eckmann, uno de los cien niños que lograron huir a Francia en 1938 de los 'pogromos' (persecuciones judías) ejecutados en la sureña Baviera. En 1944, tras ser denunciado por un vecino, fue enviado al campo de exterminio de Auschwitz (hoy Polonia) donde se le grabó en el brazo el número 118055.

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