Vengo de ver a su sosias musical en el Neu Club de Madrid y ha sido una noche perfecta: Dominque A sigue teniendo un espectacular control orientado, quizás el mejor de la Europa continental. Así lleva 15 años, el tío.
Él recibe el balón con la misma facilidad de la vetusta chanson, del rocanrol primigenio, del synth pop ochentas, del noise, del último folk o de lo que le pongan por delante, y de un toque lo convierte en algo propio, suyo, con sello y casi siempre con una potencialidad comercial muy seria. Hace fácil lo difícil. Levanta la cabeza y manda en el terreno de juego.
'Immortels', del último disco de Dominique A, 'La musique'
Es un artesano pop de los que hay pocos. Saca discos como churros sin apenas bajar el nivel, se exige y exige a su público (en Francia ya rozando el larguero masivo), es simpático sin esforzarse por serlo, tiene discurso, se ríe de sí mismo cuando toca, interpreta con una sensibilidad poco común y seguro que tiene una polla superlarga (es broma).
No es broma, por fuerza ha de ser larga: ¡Es incapaz de dar un concierto malo! Le he visto de todas las formas posibles: sólo con su guitarra, con la guitarra y cachivaches, con una banda con vientos, en sala pequeña, en sala media, en sala grande, en el cuarto de baño, en festival... Y es como el Papa: infalible.
Y más: es un demiurgo en el panorama francés. A su ex Françoiz Breut le dio un concepto y al menos un discazo ('Vingt à trente mille jours'), ayudó a despegar a Yann Tiersen y a Diabologum (algún día habrá que recuperarlos a estos), cortejó a Jane Birkin y es uno de los perejiles en todas las salsas pop de los franchutes.
En el debe, que siempre hay un debe, él sabe bien que sus inflexiones vocales andan siempre por parecidos derroteros, y que invierte en sus arreglos todo el riesgo que le falta a su fórmula. Hoy mismo empezaba a tocar un tema y ante los aplausos del personal paraba y decía al micro, sonriendo: "No, no, no es ésa, se parece pero no es" (un artista que no nada en su ego, sino que lo usa como ingrediente de su arte y punto).
Una del penúltimo: 'Dans un camion'. Lo fuerte de este chico no son sus vídeos, vive dios
Él sabe que se puede hacer un tanto previsible, así que elige con sutileza sus ropajes sonoros y logra mantenerse razonablemente fresco sin mucho lifting. Para su último disco, 'La musique', ha dicho que quería un sonido "artificial", para intentar "ganar público" y porque "ahora todo el mundo hace folk aburrido". Ole ahí.
Esta noche ha estado, una vez más, enorme, secundado por un ejemplar guitarrista robaplanos que estaba ahí para clavar cada nota y para que no nos cansáramos de mirar todo el rato la calva del jefe. Interpretación de calidad 10, sonido de 10 (parecía un disco) y momentos álgidos constantes, daba lo mismo que tocara 'Nanortalik', de su último álbum, que el clásico 'Antonia', de 2001. Un espectáculo a sala llena y público entregado.
Un puto jefazo Dominique A. Y le quedan fechas por España esta semana: Bilbao, Sevilla, Cádiz, Granada, Murcia y Barcelona. A todas las unidades. La entrada es barata, cueste lo que cueste (que sinceramente no lo sé, mi muleta y yo entramos de papo).
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