Análisis de actualidad
El escándalo más caliente
Publicado el 24-11-09 , por Gabriel Calzada
La teoría del calentamiento global antropogénico, o lo que es lo mismo, provocado por la actividad del hombre, ha resultado ser un timo como el de las estampitas, pero globalizado.
La difusión de unos correos electrónicos de uno de los centros de investigación climática más prestigiosos del mundo ha destapado el que puede ser uno de los mayores fraudes científicos de la historia.
Todo el que estaba un poco informado sobre el debate en torno al calentamiento global sabía que el famoso consenso científico esgrimido por los grupos ecologistas era falso. Bastaba con escuchar a los climatólogos de ambos lados del debate para darse cuenta.
Los seguidores de las teorías catastrofistas que responsabilizaban al ser humano posiblemente eran mayoría, pero la gran minoría escéptica ha sido siempre muy importante tanto en número como en prestigio. El empeño del movimiento radical ecologista, la mayoría de los políticos y algunos investigadores en hacer creer a la ciudadanía que no había divergencias científicas resultaba muy sospechoso de la debilidad del argumento oficialista.
Al mismo tiempo, la sucia estrategia de llamar “negacionistas” a quienes simplemente dudaban de la fortaleza del argumento catastrofista resultaba reveladora del carácter sectario de este movimiento y del poco interés por parte de los “calentólogos” en un debate científico que permitiera saber más sobre esta importante cuestión, especialmente cuando los datos de temperaturas medias de la NASA muestran que el planeta no se calienta desde finales de la década pasada, en contra de lo que predecían los modelos usados por la ONU.
Lo que nadie podía imaginar es que científicos del CRU, uno de los centros de investigación climática más importantes del mundo y que más influencia han tenido sobre los informes de Naciones Unidas, estuviesen falsificando los datos a propósito, ni que hubiesen montado una estrategia para evitar que las publicaciones científicas publicaran a quienes tenían otras teorías, ni que estos respetados científicos estuvieran destruyendo información relevante, ni que estuvieran manteniendo unas opiniones en público y otras bien distintas en privado, ni que anduvieran escondiendo sus dudas sobre sus teorías e información relevante a la ciudadanía y al resto de la comunidad científica. Estas son sólo algunos de los fraudes destapados en los últimos días y que ha dejado consternada a la comunidad científica internacional.
Ahora mucha gente quiere saber si los científicos responsables del escándalo lo hicieron por obtener jugosas subvenciones, por ganar relevancia científica o por ideología. Pero la verdad es que la intención poco importa en este momento.
Lo realmente importante es que los políticos –especialmente los europeos– están gastando cientos de miles de millones en programas relacionados con unas teorías catastrofistas, que ahora resultan estar fabricadas sobre importantes distorsiones de la realidad e incluso sobre burdas mentiras. Peor aún, la economía está sufriendo toda una batería de intervenciones salvajes, que van desde el racionamiento de la producción industrial hasta las subvenciones empresariales más dantescas. El resultado de todo este sinsentido es un coste gigante para los ciudadanos de los países ricos y pobres, y un beneficio cercano a cero para el clima del planeta.
Cumbre de Copenhague
En apenas unos días, representantes de todos los países del mundo se reunirán en Copenhague para negociar un tratado que sustituya al fracasado Protocolo de Kyoto después del año 2012. La ciudadanía y los medios tienen ante sí la enorme responsabilidad de mostrarles con claridad que no estamos dispuestos a continuar esta tomadura de pelo.
Posturas como la de Zapatero, que pretenden obligarnos a cumplir “cueste lo que cueste” tratados internacionales impulsados por el movimiento radical ecologista y por grandes corporaciones con enormes intereses económicos, deben quedar fuera del debate; especialmente ahora que este gigantesco fraude ha quedado al descubierto.
El ex vicepresidente de EEUU Al Gore empezaba su documental catastrofista argumentando que el cambio climático era una cuestión moral. Se equivocaba. El cambio climático es una cuestión científica y nunca debió salir de ese ámbito.
Sin embargo, el timo científico del que hemos sido víctimas sí es una cuestión moral. Del mismo modo, el reto más importante al que se enfrenta la humanidad no parece ser el calentamiento que provoca el hombre –como dicen Gore y Zapatero–, sino la reducción de nuestras libertades y del desarrollo económico mundial a manos de políticos y científicos sin escrúpulos que han recalentado artificiosamente el debate hasta el punto de convertirlo en el escándalo más caliente de las últimas décadas.
Presidente del Instituto Juan de Mariana
1 comentario:
anda, qué curioso, a pesar de que el artículo no muestra ningún dato (justamente cita mediciones de la nasa de la época bush, hum hum) y no cita ninguna opinión de experto alguno sobre el tema si no que solo se jacta en decir cosas como "Todo el que estaba un poco informado sobre el debate en torno al calentamiento global sabía que el famoso consenso científico esgrimido por los grupos ecologistas era falso. Bastaba con escuchar a los climatólogos de ambos lados del debate para darse cuenta." sin citar dichos datos para que uno juzgue si no simplemente el lector debe creer que el escritor lo ha juzgado cual ente al que hay que creer, si no que como digo expansion.com no es un medio del grupo recoletos???!!! jo jo jo, y qué pertenece además al grupo recoletos???!!! sí, señores, El Mundo chatata chan tachan!!!
por cierto, a quien le interese saber más sobre el instituto juan de mariana sólo debe navegar un poco y ver la línea editorial seguida por este supuesto instituto de estudio:
http://www.juandemariana.org/pagina/3/instituto/
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