Certamen de microrrelatos

Bueno chicos, necesito que me hagais un favor, tranquilos, no es nada sexual jeje. Es debido a un certamen de microrrelatos que hay en mi querida ciudad. El año pasado me presenté, no gané ni nada pero los mejores les publican en un libro y ahí afortunadamente si que entré. Como me hizo muchísima ilusión este año vuelvo al ataque y debido a que tengo la suerte de conoceros pues os pido vuestra más sincera opinión. He escrito cinco (por eso no he publicado nada últimamente) y espero que cada uno opine cual es el que más le gusta. Si son todo elogios mejor que mejor jeje pero también aceptaré gratamente críticas (constructivas siempre XD). Espero de corazón que os gusten y ¡muchísimas gracias chavales!

VUELTAS

Las 8:15. Le doy dos vueltas. Entra un señor con barba y bufanda a rayas. A mi izquierda una enorme carcajada. Le doy tres vueltas. Un señor bajito grita al camarero mientras toma asiento una pareja. Las 8:20. Suena With or Without you de U2 y se me escapa un irónico suspiro. La chica de enfrente tiene la mirada perdida, su acompañante ojea indiferente un papel amarillo. Las 8:25. Le di otra vuelta y clavé la mirada en el remolino. Las 8:30. Vueltas y más vueltas pero tú no llegabas.
Odio el café muy caliente pero tampoco me gusta frío.


SIEMPRE

Se sentó. Sola. Esperando desesperada que el móvil sonase de una maldita vez mientras se hundía los ojos todo lo que podía con las manos. No dormía bien. Deambulaba ausente por las vidas felices de los demás sin sentir ni la más mínima lástima por la suya. Se culpa de todo. Siempre. Hasta llegar al punto de odiarse a sí misma con una intensidad desgarradora. Por eso se sentó sola, esperando desesperada a que el móvil sonase de una maldita vez.

ÉRASE UNA VEZ

Érase una vez un garabato mal dibujado. Sin sombrero y sin bigote. Sin vocación y sin trabajo. Un monigote torpe y desgarbado con andares débiles y mirada simple. Una caricatura ridícula sin aventuras ni princesas. Un tipo normal, uno de tantos…

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.


DETRÁS

Siempre detrás de la ventana, tras la cortina, paciente y desesperado, esperando ansioso a que los minutos pasaran más rápido. Lucía llegaba sobre las dos, siempre con prisa. Primero se quitaba apresuradamente el abrigo y los zapatos, luego las medias, a las que siempre dedicaba más tiempo. Era su momento favorito. Él estaba seguro de que su manera de deslizar la media suavemente por sus contorneados muslos era por el simple hecho de evitar una carrera.

Poco a poco, se desprendía del resto de la ropa. Todos los días igual, como si fuera un ritual sagrado. Aquel niño llevaba tantos meses tras la ventana, amando con ardiente intensidad cada rincón del cuerpo de Lucía que nunca llegó a saber que mientras observaba embobado la longitud de sus piernas cuando con gran sensualidad se bajaba las medias, ella le miraba fijamente a los ojos con una tierna sonrisa.

EN UN REPENTINO INSTANTE

En un repentino instante, sin ningún hecho aparente que pudiera explicarlo, él volvió a clavar sus ojos con aquella mirada fulminante que derrotó su integridad hace ya más de cuatro años. Se sintió turbada, triste y exageradamente viva. Le odió intensamente mientras recordaba todo lo que le quiso. No quería volver a llenar cuadernos con párrafos cursis y melancólicos sobrecargados de despecho adolescente. Pero sin querer se imaginó el sabor de su boca y el tacto de sus frágiles dedos. Sentía como perdía el control de su mente mientras él la contemplaba, estático y seguro de cada pensamiento que cruzaba rápidamente por la estrecha línea que desencadenó de nuevo toda aquella revolución dentro de ella. Pero igual que vino, se marchó todo aquel efímero y fugaz deseo en otro repentino instante, cuando otros labios rozaron suavemente su mejilla. Entonces se quedó sin latidos, sin dignidad y sin presencia por segunda vez. Odiándose a sí misma con tantísima fuerza que pudo notar como se desgarraba la piel del muslo sin sentir ni el más mínimo dolor.