Los Power Rangers llegan a su fin por Alberto Rey

Ya no habrá más mamarrachos disfrazados de colorines, ni peleas Godzilla-style entre robots de todo a un euro y criaturas de todo a medio. No más transformaciones de la señorita Pepis (¿quién era realmente esa mujer?), no más histeria visual, no más riesgo de epilepsia, no más capítulos despachados con cuatro pesetas, quince bocatas de chóped y mucho espumillón. No sé si esta serie tiene argumento, nunca he conseguido ver más de diez minutos. Tampoco sé si ha generado un star system propio. Imagino que sí: ha durado diecisiete temporadas. Eso es que lleva ahí desde siempre. Eso es que cuando yo era adolescente ya la ponían. Eso es que si empiezan a reponerla ahora podrá influir a dos generaciones más. Y así sucesivamente. A mí jamás me llamó la atención, nunca la entendí (¿había algo que entender?), siempre me pareció un bucle de repetición constante, como los Teletubbies. Expertos en el tema, manifestaos y sacadme de mi error, en plan fanáticos de Buffy. Yo he intentado ponerme al día y he buscado información en internet. Y he descubierto que la página de los Power Rangers en la Wikipedia es posiblemente el lugar más loco del mundo. Os la recomiendo. Es un universo paralelo. Es hipnótica.

Diecisiete temporadas que han pasado por mí como tantas otras cosas relacionadas con la estética japo-manga más de usar y tirar (aunque lo cierto es que productos que se suponen de mayor calidad, como 'Bola de dragón', también me resultan incomprensibles y ajenas). Quizá el problema es mío y debería dejarme de dramones de diseño, aparentemente profundos (nos vamos a enganchar a 'Kings', ¿no?) y sumergirme en el mundo de las relecturas y los subtextos de los Power Rangers. Quizá se trata del equivalente televisivo de 'Alicia en el País de las Maravillas' y están sujetos a reinterpretaciones de todo tipo. Deconstrucciones incluso. El día menos pensado serán reivindicados por Jeff Koons (le pega todo hacer eso) y yo quedaré como un auténtico cateto.