Tengo las heridas cicatrizadas a conciancia, pero siguen doliendo a menudo cuando cambia el tiempo. Son muchos años ya aprendiendo a sobrellevar fantasmas. Sueño necesidades mientras las hojas se secan lentamente. Paciencia me digo. No podemos cambiar la importancia de las cosas al antojo del rumbo que escoja nuestro viento. Sin ir más lejos, el lazo de hoy puede convertirse en una dura horca mañana. Pasaré los días ignorando banalidades y tomando té. Es la mejor receta que se me ocurre para un otoño con ausencia de detalles.
24 septiembre 2008
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