18 febrero 2008

historias absurdas

Dime algo antes de irte

(tres historias absurdas de un mundo absurdo)

Michael llegó a casa pronto y su preciosa esposa no estaba. No sabía dónde podía estar, ese día a esa hora debía estar en casa, no sabía que hiciera nada a aquella hora.

Al poco apareció, dijo venir de estar un rato con Martha, la vecina.

Aquella noche tampoco hubo cariños en la cama, hacía mucho que ya no los había, no como antes, no con la complicidad, no con el deseo, ya no lo miraba con aquellos ojos de gata pícara que lo volvían loco, ahora discutían a menudo y por naderías... le costó dormirse, mirando al techo pensando en qué les pasaba. A ella también le costó, después de tanto tiempo sabía cuando su preciosa esposa dormía y cuando se hacía la dormida.

Tras consultar a varios buenos amigos y alguna amiga decidió seguir el consejo mayoritario:
"Dale una sorpresa, pídete un día libre sin que ella lo sepa, prepara algo romántico... devuelve la magia y la pasión a tu matrimonio..."

Michael salió como siempre de casa a las 7:30, se montó en su coche y partió por el camino de siempre, pero tras alejarse un par de calles se dirigió al zoológico y reservó dos entradas (sabía que ella adoraba los animales y un detalle como ese fue el que ganó el “Sí quiero”), pidió también mesa en el restaurante junto a la cristalera que daba a los leones y que a los postres sonara “su canción”: “Ne me quitte pas”, cantada por Nina Simone.

Luego fue al teatro y reservó dos butacas en el palco para la representación de aquella noche: Don Juan Tenorio; una de sus favoritas.

Ya volviendo pasó por una floristería cercana a su casa y compró el ramo más grande y bonito que vio, sin olvidarse de que estuviera lleno de las preciosas margaritas, la flor preferida de su preciosa esposa.

Cuando pasaba por la calle y según se acercaba a su garaje reparó en que había otro coche aparcado, un deportivo rojo. En ese momento, a unos metros aún de distancia, apareció ella y se subió en el coche y se fue con el “tío” que conducía. No le vieron pues apenas si dejaron de besarse y mirarse, de sonreírse... Michael creyó ver en su preciosa esposa aquella mirada felina... sólo que no le miraban a él aquellos maravillosos ojos... ya no.

La puerta se abrió, apareció su preciosa, el ramo estaba arrojado en la entrada, con las flores machacadas por un pisotón, ella lo llamó, entró al salón al no recibir respuesta, allí lo encontró sentado en el sofá, en penumbras, con la cabeza sobre las manos y estas apoyadas en las rodillas por los codos, el sofá y la alfombra estaban mojados y sus ojos, aún en la penumbra dejaban ver una espantosa rojez debida a un largo llanto de dos horas, a su lado había dos maletas.

Michael se levantó, le señaló las maletas y salió en dirección a la cocina, desde la puerta le dijo: - Dime algo antes de irte.



カルロス (Karurosu) dejó caer el examen corregido con la nota, un 3 y medio, estaba al borde de un ataque, ¡Ese examen le salió bien! Y necesitaba la nota para mejorar la media y entrar en la universidad de Tokio. Menudo año llevaba, nada le salía bien ultimamente, le había dejado la novia a principios del curso, le habían dado calabazas hacía una semana, su padre se mató en un accidente de tráfico hacía dos meses y aún no lo había superado y habían pillado a su hermana con un tío diez años mayor que ella...

Aquella tarde el profesor de la asignatura se negó a repetirle el examen, a hacerle una recuperación, una repesca... no importó su situación, sus lágrimas ni las veces que insistió, que suplicó.

Llegó tarde a casa por que al quedarse en el despacho tuvo que esperar hasta el siguiente tren, una hora... Y al llegar a casa su madre le echó la bronca por la hora... no se atrevió a dar la razón de su tardanza, se limitó a pedir disculpas y decir que se entretuvo con los amigos.

- Tú no tienes amigos.- escupió su hermana.

Aquello lo llenó de un sentimiento extraño que le empezaba a ser conocido últimamente... no era rabia, ni ira, ni siquiera desprecio... era otra cosa; una opresión en el pecho y el estómago, algo como nauseas, angustia, pero sin ser eso; necesitaba constantemente suspirar para coger más aire, se le nublaba la vista y sudaba un sudor frío, se le aceleraba el pulso, el corazón parecía golpear con un martillo contra los tabiques de su pecho, le costaba pensar y si pensaba en algo se agobiaba aún más, era como si toda la gravedad se concentrara en él y lo hundiera en un oscuro pozo, aún cuando el Sol lo iluminara.

Con la mirada perdida se levantó de la mesa y se refugió en su habitación, pero no mejoraba, la música le sonaba estruendosa, como una turbina de un avión a un metro de distancia, las paredes parecían encogerse sin parar amenazando con sepultarlo en el olvido...
<¿Quién me recordará?> pensaba <¿Quién me echará de menos?>...

El Jiban de su estantería parecía sugerirle un camino que últimamente se le antojaba medicinal...

Cuando ya lo tenía todo dispuesto sonó la voz de su madre tras la puerta, “justo a tiempo”, pensó.

- Hijo, ¿vas a irte esta noche?- últimamente salía por la noche a pasear durante una o a dos horas hasta que se relajaba.

- Sí madre, me voy.

- Dime algo antes de irte.

- Algo.

El cuerpo de カルロス colgaba desde la ventana del sexto del edificio, de cara a las luces de la bulliciosa ciudad que parecía abrazarlo, darle la bienvenida, como feliz receptora de un sacrificio de tan noble y joven alma.

La madre entró al oír un ruido extraño y no encontró a su hijo en casa...



Raúl se aferraba a la barra del “Sahara Libre”, el bar donde había ido a caer aquella absurda noche. Se miraba en aquel momento como en tercera persona al repasar en retrospectiva visión el absurdo devenir de su situación.

Se veía feliz hacía una semana con su novia, con la que había cumplido un felicísimo año ya, con la que estaba completo, con la que era FELIZ. Su preciosa “cabecita loca” como le gustaba llamarla, su preciosa “cabecita rubia”, una locura de metro sesenta y poco de melena hasta los hombros de un maravilloso pelo rubio liso, con su “nariz navarra”, sus curvitas...

Luego se vio en la fiesta de despedida de soltero de su hermano... el alcohol, los porros... la bailarina... la bailarina... maldita puta... malditos hijos de puta sus amigos, su hermano...

Entonces vinieron los remordimientos, las peleas y por fin la confesión... buscaba el perdón, no podía vivir sabiendo lo que había hecho sin su perdón... por supuesto no se lo dio...

Y ahora a dos días de haber cortado sale de fiesta con el grupo de amigos... y ella también...

No hace ni dos minutos que ha entrado al bar y ya está bailando como una loca absurda, lleva encima varios cubatas y otro más en la mano pagado por un buitre. Ella se “deja querer” y coquetea y baila con varios tipos, me mira a veces, no sé si le leo dolor, venganza, tristeza... o todo junto.

Me duele. Me está partiendo el alma y lo peor es que lo sabe. Los amigos me dicen de irnos.

Ella lo entiende y tras quitarse un moscón de un golpe de cadera se me viene y me grita por encima del insoportable ruido: - Dime algo antes de irte.

Y vuelve a la pista de baile.

¿A qué coño ha venido eso? ¿Qué le diga algo antes de irme? ¿Cómo qué? ¿Te quiero, me quiero morir por lo que hice, por lo que me estás haciendo, te quiero y no puedo cambiar lo que hice y tú no sólo no puedes darme tu perdón sino qué tú te comportas como una puta? ¿Qué no creo que encuentre en vi absurda vida nadie como tú?

Mis amigos insisten y tratan de que nos vayamos sin que la vea, se ha ido a mear... se fue a mear me repito... me deshago de los fútiles intentos de mis amigos y alcanzo la puerta del servicio, hay una pareja besándose junto a ella, la mano de él está perdida en el culo de ella.

Se me quiebra el alma, no quiero verlo, pero no puedo apartar la mirada.

Paran y ella me mira, sus ojos... sus ojos ya no son como solían, ya no me dicen nada, pero... pero por alguna extraña razón la sigo amando...

- ¿Pasa algo amigo?- el payo me da un ligero empujón.

Su sangre baña el suelo, su nariz se rompe.

Me acerco a ella y le susurro al oído antes de largarme del bar:

- Te quiero... puta.

Mi alma se rompe por una absurda noche. Por una absurda frase que retumba en mi cabeza, lo último que me dijo.

- Dime algo antes de irte.-

7 comentarios:

ladiya dijo...

por cierto k no lo he dedicado....

le dedico este absurdo escrito a la vida k vivimos, k aveces parece más absurda....

angeloso dijo...

nene me han encantado
me gusta mucho la frase en comun y como la has adaptado a cada historia
tu ya sabes lo que te dije.... este es otro que serviria, tu piensatelo ^^

feny dijo...

muy wenos sobre to el 1 y 3

quillo_3 dijo...

Lo dicho... este no me parece nada del otro mundo... se podría resumir cada uno en dos líneas y no me perdería nada. No lo presentes a ningún concurso, el del psicópata sí ¬¬

En fin... para el próximo escribe las reflexiones de un tio cagando en su bater que fijo que el feni que es to majo dice que es muy bueno y Ángel te ve ya ganando el pulitzer XDDD

ladiya dijo...

¬¬´



k envidioso




alomejor hago una historia sobre un tio cagando... uno gordo k se llame killo....TROLL!!!

quillo_3 dijo...

XDDDDDDDDDDDDDDDD el zurullo del siglo!!!

ladiya dijo...

jajajajaja



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