Debate y propaganda por Santiago González

No siempre se pueden sustituir los hechos por la propaganda. Poder, se puede, si nos ponemos rigurosos, pero no cuela. En la noche del gran debate, todas las televisiones y la mayor parte de las encuestas on line daban como vencedor a Zapatero. El Periódico llevaba sus encuestas a primera. El sondeo de EL MUNDO, con 800 entrevistas telefónicas, arrojaba una conclusión diferente, que también merecía honores de portada.

Las televisiones emitieron tertulias sobre el debate, que se convirtieron en riñas apasionadas sobre quién había sido el vencedor.

Tanto calor fue un derroche. Bastaba esperar 24 horas y fijarse en el comportamiento de los contendientes para sabe quién había ganado. En otras ocasiones ha bastado menos tiempo. El 12 de mayo de 1998 se produjo el célebre debate sobre el Estado de la Nación en el que Aznar desmontó al candidato de la oposición, Josep Borrell, recién salido de las primarias.

Recuerden que Borrell se enredó en una discusión absurda sobre el tecnicismo 'devengo de caja', que sólo le interesaba a él. A la salida del Congreso, los diputados socialistas se lamentaban de que la algarabía organizada por la derecha había desconcentrado a su candidato.

Mientras sus fans defendían su victoria en las encuestas, Zapatero llegaba a la Moncloa y se hacía poner el vídeo del debate. Lo cuenta en el diario El País Anabel Díez. La portada de ABC da cuenta de las conclusiones :

Esa es la cuestión. Zapatero perdió el debate. Lo que decían las encuestas fue desmentido aquella misma noche por la patética intervención de Jesús Caldera. A las encuestas, el imprescindible juguete sociológico de las elecciones, les pasa lo mismo que al ajedrez, en opinión de Albert Einstein, que es una banalidad como ciencia y un auténtico coñazo como entretenimiento.