31 agosto 2007
LA VENGANZA DE LA PETRA
El mundo se hunde y nosotros nos enamoramos. Ni los pantalones vaqueros respetan ya estos hijos de la gran puta. Antes era el color lavado o sin lavar, y ahora, el ancho de pata. Tendrían que ver ustedes la cara, mitad conmiseración profesional y mitad coña marinera, con la que me mira el vendedor. «Pues va a ser que no, señor Reverte –dice–. Esta temporada, todos vienen con dos centímetros más, por lo menos.» No puede ser, balbuceo con cara de panoli. Llevo el mismo ancho de pata, o de pernera, o como se diga, desde que el cabo Finisterre era soldado raso. Y busco los de siempre: normales, de faena. De toda la vida. «Pues es lo que hay –responde mi interlocutor–. La moda es la moda.» Y cuando, hecho polvo, dejo los pantalones y me dispongo a tomar el portante, añade: «Es que es usted un antiguo, señor Reverte».
Total, que salgo a la calle blasfemando de los vaqueros, de la moda y de quienes la inventaron, mirando para arriba a ver si cae fuego del cielo y nos vamos todos a tomar por saco con las patas anchas de los cojones; pero lo que cae es una manta de agua y todos van con paraguas, y cuando miro para abajo sólo veo tejanos de patas anchas, arrastrados, pisándose el dobladillo o el deshilachado, que ésa es otra. Y como el suelo está mojado, sus propietarios van empapados hasta las rodillas, felices de ir chapoteando, chof, chof, con sus pantalones a la moda de la madre que me parió. Sobre todo las propietarias, porque las perneras acampanadas les encantan sobre todo a ellas, cinturas bajas y pata de elefante, favorecidas y elegantes que echas la pota, amén del companaje para completar figurín. Que parece mentira que haya mujeres capaces de ponerse prendas que les caen como una patada en la bisectriz, sólo porque el modisto de moda necesita trincar cada temporada y Victoria Beckham –esa especie de Ana Obregón vestida de Sissi Emperatriz por el estilista de Barbie, o viceversa– sale en el ¡Hola!
Pero así funciona el asunto, creo. A Roberto Pastaflori, a Danti y Tomanti, a Rodolfo Langostino o a cualquier otro modisto puntero, o diseñador, o como carajo se llame ahora el antaño honorable gremio de la sastrería, se le ocurre una imbecilidad para epatar en la pasarela de Milán, verbigracia, que los hombres lleven la bragueta abierta con calzoncillo de camuflaje multicolor, que las mujeres usen ropa de minero asturiano y se calcen un pie con zapato de tacón aguja y el otro con sandalias apaches, o lo que sea, y no les quepa duda de que, durante los meses siguientes al desfile correspondiente –páginas de Cultura de los periódicos, ojo–, todo cristo, ellos y ellas, irán, o iremos, por esas calles con la bragueta abierta dos palmos lanzando pantallazos fosforito, los pavos, y las pavas con casco del pozo María Luisa y cojeando a la moda divina de la muerte, tacón, sandalia, tacón, sandalia, encantados de habernos conocido. Y si sólo fuera indumento, todavía. Los arcanos de tales dictaduras, alegremente aceptadas, son muchos e insondables. Pero ahí están, y vienen de antiguo. Todo empezó a fastidiarse, sospecho, el día en que la primera marquesa gilipollas –francesa, supongo, la Pompadour o una de esas zorras– hizo sentarse a su mesa, dándoles conversación, a su modisto, a su peluquero y a su cocinero.
También albergo otra sospecha tenebrosa, que tiene que ver –usando una perífrasis delicada que no alborote mucho el gallinero– con las distintas aficiones y posturas de cada cual respecto al acto venéreo. Dicho de otro modo: lo que abunda entre los modistos no es el estilo camionero tipo Rusell Crowe, sino más bien el Chica Tú Vales Mucho. Pensaba en eso el otro día, hojeando un reportaje sobre quienes dictan la moda de nuestro tiempo. Las fotos eran reveladoras: Jean Paul Gaultier con botas de piloto intrépido acordonadas hasta las rodillas, jersey malva y pantalón de reflejos violetas, John Galiano con melena rubia y rizada hasta la cintura, sombrero de gánster, fular blanco y camiseta negra de pico, Valentino peliteñido, clásico y sobrio como la vida misma, Karl Lagerfeld –aparte esa pinta simpática que tiene, el jodío– con botas de montar, cuello duro, una sortija en cada dedo, una calavera en la corbata y una cadena de bicicleta a manera de cinturón. También venían un par de fulanos más cuyos nombres no retuve, uno con gomina amarilla y las rótulas depiladas asomándole por agujeros de los vaqueros, y otro vestido de Isadora Duncan que iba montado en patinete. Para mí, deduje tras mucho mirarlos, lo que son estos fulanos son unos cachondos. En el fondo –y en la forma– odian a las tías. Y se están vengando.
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11 comentarios:
joder, no tiene desperdicio el tio este.
LOL!
y kien no odia a las tias??
XD
Depende de qué tio... habría que hacer algún día de estos un decálogo sobre los tipos de tias y hombres en plan destroyer total!!!
¿pero q clase de perro rabioso le ha mordido a este hombre?. ¡Menuda rabia contenida! ¡si hasta al ver la lluvia se ha asustado! ché, y q le pagan por despotricar de los modistos pq él no ha encontrado unos vaqueros.
le pagan por opinar... "ché" que eso es lo que se hace en un artículo de opinión "ché" XDDD
aaaaayyy quillo, cómo se nota q lo adoras. ten cuidao no vaya a ser q un día te lo encuentres por la calle y le digas q quieres un hijo suyo ;^)
jajajajajajajajajajajjajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja
adorarlo no... pero me parece normal que llame capullo a quien se lo merezca y en este caso esa gente se lo merece por múltiples razones.
espera, espera, ¿no eras tú el que tenías algo del bisbal?, ¿un reloj o un colgante?.
y yo tb veo bien y normal que llame a las cosas por su nombre, lo que pasa es q, en mi opinión, parece que este hombre vive en capullo city.
jajajajajajajajjajajajajajajajajajajaja
mierda me faltan las palomitas!!
esto es mejor k una peli de risa!!
"espera, espera, ¿no eras tú el que tenías algo del bisbal?, ¿un reloj o un colgante?." ¿Qué coño dices chaval? Te afecta eso de vivir fuera, eh?
Pues hijo... no sé tú, a lo mejor ves flores a tu alrededor y todo es rosita pero lo que es a mi alrededor veo mucho gilipollas suelto...
jajajaja! --a veces veo gilipollas sueltos--
bueno, bueno, pues sería otro, por eso preguntaba. Y... no, más bien todo es color verde o gris, según mires hacia abajo o hacia arriba, respectivamente.
Hablando de gilipollas, me contaron mis padres q escucharon al concejal de urbanismo de Murcia decir por la radio que "el había viajado mucho últimamente", y que podía afirmar sin miedo a equivocarse, q murcia "se encontraba entre las mejores capitales de provincia en cuanto a infraestructuras y carril bici se refiere". Más en concreto la comparó con Valencia, diciendo que Murcia la igualaba o incluso superaba.
Bueno señores, muchos la conocéis y creo que estaréis conmigo de acuerdo en que no hay color, especialmente en cuanto a lo del carril bici. Ese, por ejemplo, es un gilipollas q anda suelto.
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