Vaya por delante mi convicción de que nadie debe ser condenado cuando existan dudas razonables de que haya realmente cometido el delito del que se le acusa por las mismas razones que expresaba con elocuencia Henry Fonda en la magnífica 'Doce hombres sin piedad'(12 angry man). Y vaya también por delante que no conozco con suficiente detalle el caso de Amanda Knox como para pronunciarme sobre su culpabilidad.
Ahora bien, de lo que sí puedo opinar es de la cobertura del caso que han hecho los medios norteamericanos. Y ésta deja mucho que desear, ya que demuestra, por desgracia, que las banderas y el patriotismo a veces ciega el rigor periodístico.
La joven Amanda, de 22 años de edad, fue condenada a 26 años de cárcel el pasado 5 de diciembre por abusos sexuales y por el homicidio de Meredith Kercher, una chica inglesa con la que compartía piso en el extrarradio de la ciudad de Perugia, donde ambas estudiaban.
Ya durante el juicio, y más aún después de la sentencia, la prensa norteamericana ha presentado a la joven norteamericana como una pobre inocente que sufre las consecuencias de un sistema judicial inepto e injusto. Algunos han comparado el proceso con nada menos que la Inquisición. Otros se han apuntado a la trasnochada teoría de la senadora Maria Cantwell -como Knox, del estado de Washington- de que el veredicto era resultado del anti-americanismo de la sociedad italiana.
Claro, como en Italia hubo multitudinarias manifestaciones contra la guerra de Irak, debe ser un pueblo contaminado por el virus del anti-americanismo, que se habría despachado a gusto contra la bella y angelical Amanda.
El problema de esta teoría absurda es que la propia justicia italiana ha condenado también al entonces novio de Amanda, el italianísimo Raffaelle Sollecito, por los mismos cargos que la chica. ¿Serán también anti-italianos los italianos?
La cobertura por parte de los medios estadounidenses del caso no ha tenido nada que ver con la que realizan habitualmente ante otros crímenes de este tipo. En lugar ofrecer, como es habitual, declaraciones de los padres de la víctima clamando venganza, y una sentencia implacable, los medios han ignorado los sentimientos de los Kercher. Será que Inglaterra está muy lejos, y que las llamadas internacionales son muy caras.
En cambio, sí nos han mostrado el calvario que está viviendo la familia Knox. Y se ha dado por buena la declaración de inocencia de Amanda. Es decir, el mundo de los medios de los EEUU al revés.
De hecho, estoy convencido de que si en lugar de haber sucedido el crimen en Perugia, hubiera sido, por ejemplo, en Houston, Amanda estaría ya en el corredor de la muerte. Como Pablo Ibar, un español al que la prensa norteamericana no ha hecho ningún caso en sus proclamas de inocencia, y de que se produjeron errores en el proceso judicial.
Dicho esto, espero que Amanda disponga de las oportunidades de apelar a la sentencia que toda persona merece bajo un sistema penal justo. Y también que algún día los medios dejen de absolver o condenar a alguien en función del color de su pasaporte.
2 comentarios:
Flipo...
Si es que EEUU es un pais controlado en todos los ambitos de la vida por una decena de corporaciones que mediantes los medios que poseen para llegar a poblacion son capaces de controlar lo que quieren y lo que piensan o pensaran sus ciudadanos, tengo varios documentales sobre el tema y es algo increible. Mirar al Obama, prometio mucho y ahora no puede hacer casi nada, no por que no quiera, sino porque no puede luchar contra estos emporios empresariales, mas que nada porque en EEUU los partidos se financian con capital privado........
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