02 octubre 2009

"Conversa"

- Perdón. Puedo sentarme aquí, contigo, a terminar esta cerveza?
- Si, claro.
- Mi nombre es Alejandro.
- Ah.
- Alejandro Barquero.
- Está bien. Yo soy Estela.
- Estaba en el otro extremo del café. No sé. Te vi tan sola.
- Me gusta estar sola.
- Siempre?
- No, siempre no. Hay días. No te ocurre que de pronto te vienen ganas de hacer balance contigo mismo?
- A veces. Pero por lo general de noche. Mi problema es que padezco de insomnio.
- De noche prefiero dormir.
- Yo también. Pero no siempre puedo.
- Mala conciencia?
- No. Acaso tengo aspecto de delincuente o de violador?
- De violador, no.
- De delincuente?
- Vaya una a saber. No hace diez años que nos conocemos, sino cinco minutos.
- Siempre estás así, a la defensiva?
- Hay que cuidarse.
- Venís a menudo a este café?
- Dos o tres veces por semana.
- Trabajás por aquí cerca?.
- Si el interrogatorio va a continuar de esta guisa, reclamo la presencia de mi abogado.
- De esta guisa? Qué léxico! Me gusta que tengas sentido del humor.
- Y vos qué hacés?
- Traduzco.
- Del inglés?
- También del inglés. Pero sobre todo del francés y del italiano. Y además soy soltero en español.
- Me hacés confidencias para que yo te haga las mías?
- No sabía que la soltería era una confidencia. Más bien creía que era un estado civil.
- Yo no soy soltera. Estoy separada.
- Y qué tal?
- Qué tal qué?
- Cómo te sentís con el nuevo estado?
- No tan nuevo. Hace un año que me separé. Ahora ya me acostumbré, pero al principio fue duro.
- No te pregunto si vivís sola, porque vas a pegar la espantada.
- Por qué? Vivo sola, claro.
- Y tu familia?
- Me queda poca. Mi vieja vive en Brasil, con mi hermano. Mi viejo se quedó en un infarto. Tengo una hermana, casada con un gringo, que reside en Los Angeles. Y se acabó.
- Qué hora es?
- Las seis y veinte.
- Caramba. Tenía que estar a las seis en el Centro. Pero no importa. Total, ya no llego. Ni en Taxi. Lo que pasa es que mi reloj está perezoso. Ves que marca las cinco y diez? Además, no he perdido el tiempo. Me gustó conocerte.
- Conocerme? Mucho no hemos hablado.
- Lo suficiente. Y una relación no sólo se construye con palabras. También hablan los ojos, no?
- Ajá. Y se puede saber que te dijeron mis ojos?
- Reservado.
- Te gusta el cachondeo eh?
- Me gusta pasarla bien.
- A costa de esta servidora.
- Se puede saber qué edad tenés?
- No se puede.
- Representás veintitrés.
- Frío, frío.
- Yo tengo veinticinco.
- Pues representás veinticuatro y medio.
- Esta vez te haré una pregunta que requiere una respuesta franca.
- Venga.
- Te caigo bien?
- En qué sentido?
- Vertical. Horizontal El que prefieras.
- Digamos que si. Aunque no se por qué.
- Te lo explico?
- No, por favor. No soporto la vanidad masculina cuando se desata espontáneamente.
- No te parece como si nos conociéramos desde hace años?
- No te suena esa pregunta como de culebrón venezolano?
- Vos contestame. Te parece o no te parece?
- Años?. No. Me parece como si nos conociéramos desde hace veintiocho minutos.
- Alguien te dijo alguna vez que irradiás una simpatía tan fuerte que a uno lo marea?
- Bueno, una vez un muchacho me dijo que mi simpatía lo emborrachaba.
- Ves? Es así nomás. Y fijate que ni siquiera te he tocado una mano.
- Ni te atrevas.
- No me das permiso?
- Claro que no. Apenas si autorizo a mi mano a tocar la tuya.
- Bárbaro.
- Tenés una piel suave. Interesante. Se ve que nunca fuiste obrero.
- Y esa cicatriz en la muñeca?
- Ah si. Con ese detalle ya lo sabés todo de esta joven marquesa. Hace dos años intenté matarme.
- Y qué pasó?
- Me salvaron. Unas vecinas. Lo bien que hicieron. Estoy contenta de seguir vivita y coleando.
- Mal de amores?
- No. Falta de amores. Vacío de amores.
- Droga quizá?
- Nada de eso. Ni siquiera fumo. Casi no tomo alcohol. Vos nunca quisiste suicidarte?
- Soy demasiado pelotudo para tomar una decisión tan laboriosa.
- Ya me dijiste que sos soltero en español. Pero tenés mujer, compañera, amante o noviecita?
- Nada, mi niña. Llevo tres meses y medio de virginidad sabática.
- Entonces voy a hacerte una confesión que confío aprecies en toda su buena fe.
- Así será.
- Y en toda su inocencia.
- Soy todo orejas.
- Quizá te parezca extraño, pero tengo ganas de verte desnudo.

Mario Benedetti


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