Pero para entender esta historia es necesario contarla desde el principio.
En el pasado mes de octubre, el Senado alemán precede de manera definitiva con el cierre del aeropuerto de Tempelhof. Hablamos de un edificio impresionante, el tercero más grande del mundo (después del Pentágono y del Parlamento de Bucarest), un aeropuerto que fue ultimado por Adolf Hitler, que sucesivamente fue utilizado en la Guerra Fría para el puente aéreo estadounidense, y que Norman Foster definió como "la madre de todos los aeropuertos".
Como se puede imaginar, la decisión de cerrarlo, aunque respaldada por fundados problemas técnicos (el aeropuerto es demasiado central y su pista demasiado corta para los vuelos intercontinentales…), causa un gran debate en Berlín y en Alemania. Muchos se oponen, por la importancia histórica de éste edificio. El Gobierno se apresura en presentar opciones para la conversión de este territorio.
Se divide la zona en cinco partes y se convoca un concurso de arquitectos para construir viviendas en cada una, como para crear varios barrios residenciales.
Y aquí llegamos a Tigges. Este joven arquitecto no está de acuerdo con el plan de desarrollo propuesto, "en Berlín no hay demanda para las viviendas que el Gobierno está proyectando", nos explica frente a una cerveza del Hackbarth’s bar de Mitte, "quería criticar esta decisión y lo hice presentando una utopía, un proyecto irrealizable", o casi.
Tigges se presenta al concurso sin respetar ninguna de las pautas. Proyecta, realiza en maqueta y fotografía una montaña de mil metros (en escala 1:27.000), que surge en la zona de Tempelhof, dejando intacto el edificio histórico ("podría ser transformado en la estación de acceso a la montaña"). También proyecta los refugios que surgirán en la montaña, y presenta vistas del macizo desde distintos puntos de la ciudad.
"No quería que la crítica se quedara en el vacío y entonces hice una montaña, porque es lo que de verdad falta en Berlín. El mar está a dos horas de coche…", mientras la ciudad está en el medio de una inmensa llanura. "Además, la montaña fue un mito del expresionismo en Alemania", añade.
Como era de esperar, el proyecto, juzgado irrealizable, no accede a la segunda fase del concurso, abierta sólo a 12 concursantes. Sin embargo, la imagen llega en las manos de un periodista de economía de la Süddeutsche Zeitung, uno de los diarios más prestigiosos del país. Este periodista, divertido por el tema, manda la foto por e-mail a los colegas de las crónicas berlinesas y al día siguiente la imagen está publicada. Es el principio de una avalancha.
Tigges no mueve un dedo para publicitar el proyecto. Simplemente, frente a las peticiones que siguen el artículo, abre una página de facebook en la que sube las imágenes del proyecto, se accede a ella desde the-berg.de. El resto lo hace la red. En dos semanas recopila unos mil seguidores y decenas de diarios y periódicos contactan con él para hablar de la que ya se conoce como la 'montaña encantada'. Der Spiegel, Der Freitag, el sensacionalista B-Z, Tagesspiegel, Die Welt, Berliner Morgenpost y muchos más le piden entrevistas. Él explica a todos que se trata de un proyecto que no está pensado para ser realizado. Pero la gente ya lo quiere de verdad y la prensa presiona para averiguar si existe la posibilidad real de construirlo.
La historia llega a unos ingenieros australianos (que piden permanecer anónimos) que trabajaron en proyectos similares en Dubai, y deciden contactar con el arquitecto. Tigges proporciona todos los datos relativos a la geología de la zona y el resultado es positivo: "Se puede realizar en un arco temporal de 12 años".
Mientras tanto, el fenómeno crece en Internet. Blogueros de Rusia y Estados Unidos y webs de arquitectura y utopías contactan al joven arquitecto en su büro (oficina) de Rosenthaler Platz. Varios bares de tendencia de Berlín acuden a su despacho para pedirle imágenes para colgar. Una marca de refrescos austriaca le ofrece utilizar la fotografía para una publicidad, pero él rechaza. Hay más. Una maestra de la escuela primaria pide a los alumnos que dibujen la montaña. Después recopila las imágenes, las escanea, y las sube en el facebook de The-Berg.
Según cuenta, todos los días recibe e-mail inesperados: un grupo de 'amigos de los perros' pregunta si está previsto que los perros paseen atados o libres en la montaña. Otro grupo de caminadores lo contacta para organizar rutas deportivas. "No lo tenía previsto, pero es así", sonríe.
Desde un punto de vista arquitectónico, lo que ahora le interesa es una reflexión sobre "la necesidad de utopías que demuestra el éxito de estas imágenes. Hay como una nostalgia de este tipo de cosas", explica. Quizás se transforme en la mayor atracción inexistente del mundo. O quizás algún día en 'el mito de la montaña'.
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2 comentarios:
El sueño de feni y los suyos xD
vaya tochada
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