Normalmente lo interesante es comprar valores bursátiles que pienso que van a revalorizarse en las fechas venideras (invertir a largo), para después venderlos y obtener un beneficio. Pero claro, esto sólo tiene ciertos visos de prosperar cuando la economía está en un ciclo alcista, los mercados son favorables y las empresas se revalorizan casi por inercia. Hacer esto ahora con la expectativa de conseguir una importante plusvalía, tendría casi las mismas posibilidades de acierto que intentar adivinar la combinación ganadora del próximo sorteo de la Loto.
Hoy día en lugar de esto, quizás lo más fácil sea apostar a que cierto valor va a palmar. Si además atino con aquel que más baje, pues mucho mejor.
Pero ¿cómo voy a conseguir ganar dinero si mis acciones bajan? Muy fácil. El quid de la cuestión está en que las acciones no son mías. Lo que hago es ponerme de acuerdo con alguien que sí tiene esas acciones que pienso van a bajar y se las pido prestadas. Mi principal compromiso con el prestatario, será devolverle el mismo número de acciones, normalmente en una fecha predeterminada.
Una vez que dispongo de los valores los vendo al precio de hoy (pongamos a 10€) y me quedo (rezando) a esperar que su precio baje (por ejemplo hasta 6€). En ese momento vuelvo a comprar las acciones y se las devuelvo con mucha alegría a mi simpático colaborador. Ingreso 10, me gasto 6, luego acabo de embolsarme un 40% en sólo 4 meses. No es mucho para 10€, pero si invertimos unos 750 millones de euros, la cosa ya se pone mejor.
A todo esto ¿qué ha ganado el que tenía originalmente las acciones? Pues seguramente se trata de alguien que tiene las acciones como inversión a largo o muy largo y no le preocupa una bajada a corto; en ocasiones se trata de una autocartera; o de posiciones sobre empresas filiales... o incluso rivales; puede que sea el principal accionista de la empresa, propietario en la práctica... En cualquier caso se trata de gente que no quiere desprenderse de sus acciones por algún motivo y no le preocupa una minusvalia latente (en realidad no perderán nada hasta que no vendan realmente). Además, mientras escampa el temporal y sin arriesgar nada, se embolsan una comisión y/o intereses por el préstamo efectuado al oso, lo cual tampoco está nada mal.
Cómo en el póker, cuando alguien gana, alguien pierde. En este caso y casi de inmediato, cuando se produce la venta inicial de un volumen importante de acciones y por puro cálculo bursátil (oferta/demanda), las acciones bajan espectacularmente -maldita la gracia que les hace a los pequeños accionistas-. Además las ventas son muy contagiosas y la bola de nieve se hace más grande.
Ahora suele entrar en acción el factor prensa y la operación se hace pública, con lo que cunde el pánico y mucha más gente vende. El alud ya tiene unas buenas dimensiones, pero todavía podemos empujar un poquito más si las calificadoras de ratings rebajan el idem de la empresa afectada, precisamente con el argumento de que sus perspectivas no son muy halagüeñas.
Ultimo -o primer- un comentario por aquí, un rumorcito por allá y ya tenemos nieve para aburrirnos y a un oso, en este caso polar, frotándose las manos.
En algún momento, el inversor a corto tendrá que volver a comprar los valores provocando por volumen el efecto contrario. Pero entonces las cosas ya no funcionan exactamente a la inversa y los que aguantaron normalmente no recuperan todo el precio perdido. La desconfianza generada sobre el valor, pesa mucho más para el resto de posibles compradores que su evidente potencial.
Llegados a este punto, sería incluso posible que el oso con los beneficios obtenidos, optara -ahora sí- por comprar como inversión a largo el mismo tipo de acciones. Pero esto ya no tiene tanta gracia y además el margen es más pequeño. Lo que si es gracioso es que una empresa cotizada, facilite estas operaciones a cualquiera que quiera tomar posiciones a corto. Eso sí, facilidades para vender a corto acciones de todas las empresas menos de la suya. Si además consigue que la mayoría lo hagan con las acciones de su competencia, esto ya es el colmo del negocio bien hecho.
Cómo último detalle, aclarar que el préstamo de las acciones se puede realizar sin contrapartida en metálico equivalente. O sea, que uno se puede hacer con ellas a crédito, lo cual exige un desembolso de sólo un porcentaje sobre el total. Esto evidentemente multiplica la rentabilidad real al minimizar la inversión inicial. En España ya no se permite, pero hace algún tiempo, incluso se podía vender en descubierto, que consiste en vender acciones que no se tienen realmente.
Y digo yo, que una vez puesto todo esto junto, parece que roza el delito ¿no?
Parafraseando el título de la película de Manuel Gómez Pereira, ¿Por qué los llaman osos cuando quieren decir...?
Saber más:
- Eco-Finanzas. Venta en corto.
- Hispanidad. Los Hedge Funds lanzan un ataque masivo final contra la banca española.
- Estrategias de inversión. El cierre de posiciones cortas dispara a Volkswagen.
- Cotizalia. Los cinco mayores especuladores financieros declaran ante el Congreso de los EEUU.
1 comentario:
En epoca de crisis, las ratas especuladoras utilizan todo su ingenio no para tratar de ayudar a la economia, sino para seguir intentando rebañar todo lo posible para su propio beneficio. Este truco es brutal y desde luego muy pero que muy ingenioso. Esperemos que a mas de uno le den un susto con las acciones que tendrian que ir "a la baja" y no pueda recuperarlas para devolverlas a su dueño.
Buen articulo y bien documentado.
Un saludo.
;-D
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