A menudo el cuerpo nos pide a gritos aislamiento. Sobrevivimos al día transportando músculos y huesos por el mundo ajenos a todo pensamiento enérgico y vital. Arrastramos unos pies pusilánimes y fríos, agotados de tanto camino pedregoso y rudo. Nos sentimos bien por dentro, a gusto con nuestras palabras y nuestros principios. Pero nos flojean las piernas. La única idea atractiva que nos inunda la mente es acostarnos y desaparecer en un buen libro. Deshacernos por unas horas de nosotros mismos para respirar sin necesidad de suspiros. Saborear la ingravidez prefabricada por unas sábanas y un silencio casi perfectos. Dejar que el sueño envuelva cada parte de nuestro ser para desvanecernos en un enorme placer etéreo y pueril. Dormir. Sencillamente dormir. Y disfrutar de ello.
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3 comentarios:
Precioso
dormir, tal vez soñar...
Yo también necesito unas vacaciones :-P
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