- Oye...
Sólo es un susurro piensas en el silencio que te envuelve, un susurro de esta preciosa noche de brujas.
Ultimamente abundan las noches así, eso es bueno te dices a ti mismo. Y, mientras tu mente vaga por los suspiros que recorren los árboles, vuelves a escuchar ese susurro...
- Oye...
Levantas la cabeza del suelo, lo justo para poder mirar alrededor. Por unos instantes dejas de mirar el oscuro cielo y sus mágicas linternas, miras a un lado y al otro, pero no ves nada. Nada salvo la vacia calle que tan bien conoces, esa en la que tantas cosas te han ocurrido a lo largo de tu vida.
Esa calle por la que has corrido, por la que te han perseguido, en la que has saludado con sonrisas y en la que te has despedido con lágrimas.
Y, mientras las brujas siguen saltando de árbol en árbol meciendo sus copas, escuchas por tercera vez ese susurro...
- Oye...
Pero esta vez lo puedes oir con claridad, y no sólo lo oyes sino que lo sientes, algo roza tu cuello y un escalofrio recorre toda tu espalda.
No puedes mas que incorporarte sobresaltado, perdiendo por completo la concentración en ese precioso manto negro que siempre ha sabido cobijarte.
Es justo entonces cuando lo ves, con sus grandes y relucientes ojos verdes, de un verde tan intenso que parecen arder con un fuego frio.
Su pelaje es negro azabache, con una enorme veta blanca en los inicios de su vientre, y mueve lenta e hipnoticamente su cola, meciéndola de un lado a otro con parsimonia.
Y el susurro se convierte poco a poco en un recuerdo, en un pensamiento, en una sensación....
- Yo te conozco, ¿no es así?
Pero no obtienes respuesta, aunque tampoco esperabas tenerla.
- ¿No te apetece hablar eh? Es normal, a mi tampoco me apetecería tratandose de alguien como yo el interlocutor. Espero que estés disfrutando de esta noche tanto como yo.
Por cierto, tú puedes verlas ¿verdad? Algún día me contarás como son, me gustaría saberlo, las brujas me refiero.
Mientras sigues divagando sientes como los enormes ojos verdes se hacen aún más grandes, y como se van clavando en tu pecho, casi intentando atravesarlo...y vuelve el susurro...
- Oye...sigue sin mi...
Y de repente comprendes el motivo de que creas conocer esos ojos, sientes que todo cobra sentido y que su presencia no es meramente casual.
Descubres en cuestión de un segundo por que es el cielo nocturno tu gran escondite y el motivo de que tus mejores conversaciones las tengas tumbado en medio de la noche con las extrañas figuras que merodean a tu alrededor.
Ahora lo comprendes todo, por fin lo comprendes.
Observas inmovil como los ojos se apartan de ti y se retiran alejándose por esa calle que tanto conoces, y que tanto odias.
Vuelves a tumbarte en el suelo, miras con insistencia el cielo estrellado de la noche, y lloras con amargura...
21 abril 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
pero k bueno!!!
genial
MAGNIFICO
me encanta!!
:D
a mí no... el uso de la segunda persona no me convence... parece más una treta de un hipnotizador que un relato ¬¬
Publicar un comentario