Indiferencia

Me acabo de quedar colgada mientras una telefonista hace tiempo al otro lado de la línea. Son las 17:30 de un domingo cualquiera. Ayer fue un sábado de interés despreocupado. Disfrutado exclusivamente por dos corazones que palpitan al unísono desde hace un tiempo.

Ya no se por que manga coger a la amistad. Es un universo que cada año entiendo menos. Antes me inquietaba la incertidumbre. Pero ya no. Quizá sea la hora de ampliar horizontes… no pienso luchar por cuatro gatos cuando a mí siempre me gustaron más los perros. No merece la pena molestarse, ni siquiera buscar soluciones. Cuatro años son suficientes para un cubo lleno de intentos baldíos.

No siento rencor, ahora es algo más triste, siento indiferencia. Sólo nos une un lazo de pasado que a cada instante se desliza con mayor sutileza. No me importa, aprendí hace tiempo que la gente cambia y que casi todo es efímero. Las verdaderas risas se marchitaron progresivamente antes de que nos diésemos cuenta. Pero no podemos dejarnos porque es complicado segar las relaciones de una manera tan brusca. Ya se encarga el tiempo de atenuar las despedidas. Las alarga para que no lo parezcan.

No es necesario tragar con todo cuando te enseñaron a patadas a valerte por tí mismo. Se puede tropezar en la piedra dos veces, pero tres ya no. No volveré a ser la maroneta de nadie porque hace años que me corté los hilos. Si nadie lucha por nada, no voy a ser yo quien dirija una batalla inútil llena de guerreros impasibles.


“Escucha el agua, escucha la lluvia, escucha la tormenta;
Esa es tu vida: líquido lamento fluyendo entre sombras iguales.”

Luis Cernuda (Uno de mis grandes)