27 abril 2008

Espero que nunca dejemos de jugar.

Nos encanta lanzarnos recuerdos de vez en cuando. Saber que hace años pensábamos menos y actuábamos más. Me sorprenden sus caricias escondidas con dulce disimulo. Pensaba que ya no volveríamos a jugar como antes. Ahora ninguno de los dos somos cómplices y pueden descubrirnos. Disfrutábamos nuestro juego en cada instante. Nuestro secreto. Delante de todo el mundo sin que nadie se diese cuenta. Nunca quisimos llegar a más porque lo nuestro era distinto. Fuimos amigos sin hablar nunca demasiado, somos amigos porque hablar nunca nos hizo falta. No le contaba mi vida, apenas me contaba la suya, pero nuestros pequeños roces derrochaban un cariño que enganchaba. Es un juego de dos niños que nunca terminan de hacerse mayores. Siempre notamos como está el otro con sólo mirarnos. Elegimos las reglas del juego según los ánimos y siempre acertamos. Necesitamos el bienestar del otro sin ser realmente conscientes de ello. Siempre tuvimos una relación extraña, secreta, nuestra. Ahora los dos tenemos pareja pero de vez en cuando, volvemos a jugar un ratito sin que nadie lo sepa. No hacemos nada malo, sólo es nuestra manera de decirnos que nos echamos de menos.

3 comentarios:

ladiya dijo...

huM...

es una de las cosas k me gustan de tus escritos, que sin ser explícitos, son muy claros; k para cada uno es una cosa, muy clara, diferente de lo k es para otro, o kizá lo mismo...

me gusta mucho

quillo_3 dijo...

mmm, supongo que carlos tiene razón!!!

ladiya dijo...

O_O



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