Estas en una habitación mugrienta que parece sacada de una peli serie B americana, de esas de moteles de carretera construidos sólo para que en ellos se desarrollen las más truculentas historias.
La única fuente de luz proviene de una fea lamparita en la mesilla junto a la cama.
Estas sentado en la cama, de viejas y sucias sábanas, arrugadas y descoloridas.
El suelo es de madera reseca y resquebrajada.
Por la ventana no ves más que la niebla pasar.
Del cuarto de baño te llega un repiqueteo de las gotas al caer. No has ido aún y esperas no tener que entrar ahí. Si la habitación da náuseas, no quieres ni imaginar el cuarto de baño.
Mantienes la cabeza agachada. La última lágrima se seca en tu barbilla, a donde ha ido a parar tras recorrer la húmeda "carretera" labrada por las anteriores.
La televisión rota te observa y parece reirse a tu costa.
Estas sólo. Lo sabes. No te engañas. ¿De qué serviría?
No se trata de que eches de menos a alguien o a algo, es que matarías por estar en cualquier otro sitio, o incluso muerto. Pero no es así.
Y piensas que lo único que te quedan son tus recuerdos, buenos y malos. Pero ahora te aferras a los buenos.
En este momento te viene a la mente uno sobre un viaje, una chica, un hotel, uno bueno, no "esto"...
Maldices y juras.
Y mueves las manos y lo que agarras se mueve con ellas. El pico. No te acordabas del pico.
Mantienes aferrado un pico lleno de sangre. Lo cogiste en la obra, dos calles más arriba hace una media hora, quizá más...
Entonces tu mente empieza a aclararse y ves en medio de la penumbra de la habitación el cuerpo.
Es una mujer, vestida de enfermera. Un escalofrío recorre tu espalda.
Fuera empieza a llover. Pero no es eso lo que te asusta.
Es el sonido junto a la puerta, el sonido de algo grande y pesado que se arrastra y que jadea.
¡Esto es el infierno! Piensas, y sabes que no vas desencaminado.
Entonces tu mente trata de evadirse de nuevo y piensas en lugares mejores que ese, en tiempos mejores, en tener compañía, cualquiera vale. Y te das cuenta que tan sólo te quedan tus recuerdos. El mundo se ha acabado sin avisar y por alguna razón estas atrapado en el infierno.
Te levantas de la cama.
Vas al baño y enciendes la luz. Entonces el reflejo del espejo te saluda. Eres tú, pero te ves decrépito, marchito, cansado.
Ya no te importa la suciedad, el óxido, el suelo de metal, la sangre en la bañera.
No estás ahí. Te evades en recuerdos que ya incluso dudas de que sean tuyos...
Antes de salir te asomas a la ventana. La niebla se fue, pero la oscuridad total la ha reemplazado.
La televisión empieza a emitir un estridente pitído y niebla en la pantalla, sí, la tele que antes estaba rota.
Algo golpea cerca de tí la puerta, al otro lado y sabes que viene por tí.
Apagas la luz, te sitúas frente a la puerta y empuñas en alto el pico. Estas preparado para todo y entonces la puerta se abre.
Para todo menos para esto.
Entran tres niños ensangrentados con la ropa hecha girones, portan enormes cuchillos, no tienen ojos y tú te quieres morir.
DEDICADO A MI GELITO Y LOS QUE CONOCIERON SILENT HILL, SIN DUDA EL MEJOR JUEGO DE TERROR HECHO JAMÁS.
13 marzo 2008
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2 comentarios:
sabes q nunca e sio muy d videojuegos pero la narracion esta genial.
gracias por la dedicatoria ^^
pedazo de juego, si hay algo que de mas jiñe yo no quiero saberlo jejeje
(me acuerdo de ponerme a jugar solo en casa a las tantas de la noche a oscuras.... creo que el juego duraba puesto unos 5 minutos jajajajaja)
y pedazo de bandas sonoras que tiene la saga...
me encanta ponermelas para dormir xD
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