Me siento tranquila. Podría retorcerme en un pasado que vuelve completamente cambiado, pero no lo haré. No me preocupa. A veces lo que recordamos con más cariño no son las personas sino los momentos vividos con ellas. Precisos instantes perfectos. Tiempos donde lo mejor era lo que entonces tenías. Pero que mantengas a las personas no significa que aquellos momentos vayan a volver. Cada experiencia tiene su sitio. Todo cambia. No hay que necesitar al pasado sino potenciar el presente. Podemos añorar los viejos tiempos pero no tratar que ocurran de nuevo. Es imposible que siempre queramos lo mismo aunque pensemos, por no tenerlo, que sí.
Somos inconformistas, insaciables y quejicas. Pero si no fuésemos así no lucharíamos por nada. El pasado enseña… y mucho. Si estas atento te da valor para no caer en los mismos errores y darte la capacidad de no dejar nunca de sorprenderte a ti mismo. Sin embargo, el presente te examina, te pone a prueba. Para que demuestres si tu pasado, bueno o malo, te ha servido para algo. Es la herramienta que utilizamos para dirigir lo nuestro. El futuro, por el contrario, simplemente no existe. Sólo es un abstracto que utilizamos de guía para que parezca que no estamos tan perdidos. Uno te da opciones, otro te obliga a elegir.
Avanzar o morir. El mundo no se creo para estancarnos en un punto. Hay que levantar la cabeza y atreverse a mirar más allá de lo que ya hemos visto. Si no miramos al frente es más posible que tropecemos. Por muy complicado que veamos el camino, hay que seguir. Menos arreglar lo que hicimos y más cuidar lo que hacemos. No podemos dejar que la culpa o el rencor nos alimenten. Más ganas y menos autocompasión. No esta la vida como para dejar escapar días. Así que cada pasito que damos, aunque sea minúsculo e imperceptible para el resto de los mortales, merece la pena.
1 comentario:
vaya...
como siempre sabes expresar con gran tino grandes verdades y sentimientos.
La foto tremenda por cierto
;)
feliz semana santa!
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