Toma ya. Casi lleno el post con el titulito de marras… La cosa no tendría más guasa si no fuera porque este texto constituye el primer ladrillito en la fantástica patraña que se ha construido alrededor de la masturbación a lo largo de los siglos.
Básicamente, la gran mentira consiste en atribuir a la masturbación consecuencias terribles y funestas en la salud física y mental de quienes la practican. Su autor fue un cirujano, que también escribió relatos médicos pornográficos de naturaleza 'soft', llamado John Marten.
Esto lo sabemos ahora, porque en un principio 'Onania' (no me hagáis escribirlo enterito otra vez) era una obra "anónima". Para los más interesados en esta cuestión, recomiendo encarecidamente la lectura de 'Sexo solitario', del historiador norteamericano Thomas W. Laqueur, editado recientemente por el Fondo de Cultura Económica de Argentina. Se trata de un repaso pormenorizado de la masturbación, una "historia cultural" según su autor, que nos lleva a descubrir los orígenes de todos los mitos y leyendas que han rodeado la autosatisfacción sexual en los últimos 300 años.
Ah, el libro se encuentra fácilmente, que yo me lo compré en unos grandes almacenes de ocio y cultura que hay en el centro de Madrid y que no digo el nombre pero todos sabéis como se llaman… Había un montón hermosísimo de ejemplares, por cierto.
En 'Sexo solitario' podemos aprender las causas que llevaron al puritanismo a inventarse efectos terribles en la salud motivados por la masturbación. No hay que llamarse a engaño. Al fin y al cabo, las prácticas en solitario nunca habían gozado de gran simpatía en prácticamente ninguna cultura.
La tradición médica sostenía que, como cualquier otro tipo de exceso, era dañino, por la pérdida de semen y fluidos que comportaba. Para las culturas clásicas, la griega y la romana, era algo tonto, ridículo y que daba risa. La tradición judeo-cristiana la valoraba negativamente por su repulsión hacia el control de natalidad o por emparentarla con la sodomía… Pero lo que nunca había hecho nadie era inventarse un fantástico cuadro de efectos secundarios para condenar dichas prácticas. El primero fue el tal Marten.
Quizás porque así se aseguró las ventas de un posterior tratado para erradicar los efectos y consecuencias de la masturbación… Marketing viral del siglo XVIII. El caso es que sus mentiras encontraron un terreno estupendamente abonado en ciertos estamentos, incluida la medicina en su rama higienista, como las diatribas furibundas anti-onanistas preconizadas por el reformista sanitario J.H. Kellogg (sí, el de los cereales).
A partir de ahí todo fue coser y cantar: de repente, la masturbación fue la culpable de ataques de epilepsia, ceguera, anemias crónicas, demencias de todo tipo… e incluso la muerte, que ya es gordo. Afortunadamente, los avances científicos fueron abriéndose paso y a principios del siglo XX ya no había médico que sostuviera tal sarta de barbaridades.
En otros terrenos han sido más reacios a desmentir ciertas cosas y sus efectos se siguen comprobando en muchos ámbitos de nuestra sociedad. En todo caso, repito, el libro de Laqueur merece mucho la pena. Otro día hablaremos de aspectos más freakies, como las máquinas que se inventaron algunos para evitar erecciones involuntarias durante el sueño.
3 comentarios:
grandioso. un punto para el saber.
a mi siempre m han dichoq si m toco m qedo ciego y yo d la vista ando bien. aunq el oido lo tngo tocao
pero el oido es de que te nombren las niñas cuando estan solas feni....
xD
muy bueno lo del onanismo
me voy a tener que pillar el librillo ese que tiene buena pinta jeje
ami si k me afecta... soy el cegato del grupo... ahora k de oido soy elñ mejor...
conclusiones: me toco más k ninguno y ninguna niña me nombra cuando está sola...
:(
:(
:(
:(
Publicar un comentario